Cuando entramos a analizar los marcos estratégicos de las empresas, ¿qué es lo primero que vemos? La pregunta también aplica para aquello que vemos colgado en sus paredes normalmente en cuadros cuando llegamos a una empresa. Para aquellos que respondieron la misión y la visión de la empresa, acertaron a mi pregunta.
La misión y la visión en las empresas son de esas cosas esenciales que nos enseñaron a determinar como parte de un diseño estratégico del plan a seguir para operar. Sin embargo, con el tiempo los olvidamos y casi que se convierten en parte de un protocolo y no de unas guías a seguir con cada acción que se realiza desde los roles de las personas que integran a la empresa.
Las nuevas generaciones de integrantes en las organizaciones, y de emprendedores particularmente, hoy en día se conectan más con otro principio que resumen la antigua misión y visión, pero que los mantiene constantemente en búsqueda de su realización y de su felicidad. Dicho principio es el propósito. Sobre el propósito es mucho lo que se ha venido hablando, sin embargo quisiera destacar hoy que una de sus características principales es que logra unir a los integrantes y al negocio desde un punto de vista que nunca antes ningún concepto del marco estratégico había logrado, ya que todos se basan únicamente en la parte de la empresa; el propósito al existir tanto en el ser humano como en las organizaciones, logra que cuando se correspondan desde ambas partes, se genere magia y por ende los resultados incluso superen los esperados, y en el caso contrario, logra explicar por medio de la incompatibilidad de propósitos por qué no se genera la productividad deseada.
Para entender mejor lo dicho en el párrafo anterior, me gustaría hacer otra pregunta: ¿es lo mismo decir “nuestra misión es desarrollar dispositivos auditivos de alta calidad y nuestra visión es ser los mejores y mayores distribuidores de dispositivos auditivos del país” que decir “nuestro propósito es mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad auditiva en el país”? Este ejemplo muestra claramente como una misma empresa, con un mismo producto, consigue impactos diferentes desde su propia narrativa, volviendo a lo esencial, enfocándose nuevamente en el ser humano y no en el producto o servicio que se vende. Esto es lo que hace el propósito, le da fuerza incluso a la generación de valor en términos económicos porque logra generarle valor a nivel emocional a quienes trabajan, proveen y compran los productos y/o servicio.
Dicha conexión emocional que logra el propósito es lo que se busca con cada una de las personas que hacen parte de la empresa. Si los propósitos individuales de una persona no comulgan con el de la organización, difícilmente ésta última puede generarle valor en cualquier dimensión de bienestar que la persona considere vital para ser feliz, porque en pocas palabras nunca encontrará el sentido de cómo con lo que todos los días hace está realizándose personalmente, se sentirá cada vez más lejos de cumplir sus sueños y eso sencillamente no es beneficioso para ninguna de las dos partes. Una persona con este tipo de sensaciones con seguridad no es la que más produce en su organización, ni la que mejor entiende a sus clientes, y entonces aquí tiene mucho más sentido que las empresas se preocupen por conocer mejor a su gente, por conocer sus talentos, sus pasiones, por alinear los perfiles con dichos componentes del ser y contratar a la persona ideal para cada cargo de tal forma que mutuamente crezcan en sus propósitos.
Ahora bien, lo anterior no significa que sólo aquellas personas que tienen una alineación entre su propósito y el de la empresa al 100% sirven para trabajar en ella. Existe un dicho popular que dice que en la variedad está el placer, y en la correcta y ética medida está en lo cierto. Se necesita gente con todo tipo de propósito desde que éstos se conecten de alguna manera con el de la empresa (en la concepción, desarrollo, o resultado del propósito organizacional). Por ejemplo, para continuar con el dado anteriormente, si el propósito de la empresa es mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad auditiva, propósitos individuales como el de servir, impactar a la salud nacional, solidarizarse con personas con alguna discapacidad, construir un mejor país, volver accesible la tecnología, ser incluyentes, desarrollar nuevas tecnologías, innovar productos que realmente se necesiten, entre muchos otros propósitos individuales encajan perfectamente y producirán los efectos que se buscan.
Para aquellas empresas que tienen misión y visión aún, es importante dejar claro que esto no está mal, lo que está mal es no actualizarlas según los cambios que se presentan a tal punto en que logren conectar los objetivos de la empresa con objetivos de los seres humanos de tal forma que se correspondan entre sí y generen resultados extraordinarios. El nombre es lo de menos, si es misión o propósito es algo que puede verse como parte de la forma, lo importante es que el fondo si cambie, y que las personas empiecen a vibrar día a día con eso que se dice que se busca como fin último, que entiendan para qué hacen lo que hacen todos los días aportando de esta forma aportar a su felicidad, y que los procesos y la narrativa de la empresa actúen siempre con coherencia con estos principios.